Al ver que Alejandro al fin entendió, Victoria respiró aliviada. Se levantó para servirse un vaso de agua. Cuando giró la cabeza, vio que la frente de Alejandro estaba cubierta de sudor frío.
—Estás sudando mucho. ¿Está bien tu herida? —Mientras preguntaba, Victoria extendió la mano y tocó su frente—. ¿Tienes fiebre?
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