Capítulo 345 Persecución persistente
Sin embargo, Victoria sólo podía recordar esa pequeña parte. Cada vez que intentaba profundizar, su mente se quedaba en blanco y no podía recordar nada más. Se quedó pensativa durante un buen rato, sentada en el borde de la cama, pero esa imagen era lo único que le venía a la cabeza. Al final, se rindió de mala gana y se levantó cuando se dio cuenta de que había salido el sol. Cuando salió de la habitación, se encontró con sus dos hijos, que habían salido después de vestirse.
Los buenos hábitos deben desarrollarse desde pequeños. Por eso, Victoria les había enseñado a ambos a preparar con antelación la ropa que se pondrían la mañana siguiente. De ese modo, cuando se despertaran y se levantaran de la cama al día siguiente, se cambiarían sin dejarlo para más tarde o correrían el riesgo de resfriarse. Al principio, a los dos niños les costó mantener ese hábito, pero lograron hacerlo bien cuando se acostumbraron.
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