—¿Q-qué?
Claudia no podía creer lo que estaba escuchando y no quería irse en absoluto. Ella esperaba que, después de almorzar, pudiera mostrarle el dedo lastimado en su oficina, así él se conmovería y se preocuparía por ella y ambos podrían quedarse en el lugar solos para tener privacidad. No obstante, parecía que eso no iba a ocurrir. La mujer intentó disimular lo decepcionada que estaba.
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