Si bien Claudia lo había mencionado, Alejandro no se molestó en explicar de forma amable como solía hacerlo, al punto que ella se ofendió. En cambio, se mantuvo en el lugar, mirándola de forma despreocupada e impasible hasta que se sintió tan incómoda que ella cambió de tema.
—Solo bromeaba. Por qué no me contestarías, ¿no? Ah, por cierto, ¿a dónde está Norberto? Me dijo que estabas ebrio anoche cuando llamé. ¿Estás bien? ¿Te duele la cabeza?
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