De repente, sintió que se le adormecía el pecho e incluso los dedos. Alejandro no pudo evitar soltar un gemido ahogado y se tomó el pecho. Tras escuchar el quejido doloroso, Victoria lo miró y se dio cuenta de que se apoyaba en el volante; tenía muy mal semblante. En todo el tiempo que se conocían, la salud de Alejandro se había mantenido en buen estado y rara vez se enfermaba, por lo que era la primera vez que lo veía tan mal, así que se sorprendió y enseguida se estiró para sujetarlo.
—¿Qué sucede? ¿Te sientes mal?
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