Capítulo 130 No tendré piedad
Al escucharlo, Alejandro no podía dejar de pensar. Creía que Bautista era extraño cuando eran jóvenes; siempre estaba cerca de Victoria, le daba palmadas en la cabeza y la llamaba «pequeña». Aun así, Bautista siempre decía que no había madurado, por lo que Alejandro creyó que el joven solo la trataba como si fuera su hermana menor. Aunque eso era lo que creía, en su interior siempre pensó que era extraño y continuó sintiendo eso hasta que perdieron el contacto y él desapareció de su vida por irse al extranjero. No obstante, no esperaba que hasta ese día él lo admitiera con facilidad.
—¿Sorprendido? —dijo luego de soltar una risita—. ¿No es evidente que la amo desde que somos pequeños? Pensé que lo sabías. —Al escucharlo, Alejandro no dijo nada y frunció los labios—. Parece que acabas de darte cuenta, pero aún no es demasiado tarde, así que, ¿qué harás con Claudia?
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