Era una mañana tranquila. Los rayos de sol iluminaban cálidamente la tierra y una suave brisa besaba el rostro de Victoria. Disfrutó del viento un rato antes de cerrar la ventana. Después, se lavó y se dispuso a preparar el desayuno.
Después de que Alejandro se fuera, pensó que perdería el sueño por los recuerdos recuperados, pero para su sorpresa, no tardó mucho en dormirse. Claro, los pensamientos se arremolinaron en su cabeza durante un rato después de acostarse, pero al final se durmió.
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