Sin embargo, tan pronto como Victoria tocó su botón, su muñeca fue agarrada por una gran fuerza. Levantó la vista y se encontró con la oscura mirada de Alejandro. En la penumbra del salón, Alejandro la miraba fijamente; sus ojos eran como los de un depredador observando a su presa.
Victoria se sobresaltó, ya que no se había dado cuenta de que se había despertado.
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