Zoe y Javier no eran los únicos que estaban atónitos. Incluso los miembros del personal estaban asustados por el aire que Alejandro emanaba. Parecía que se acercaba una tormenta. Ahora mismo era la persona más poderosa del curso, y nadie quería caerle mal, así que ninguno intentó mediar.
A diferencia de los demás, Victoria estaba tranquila. No le afectó el disgusto de Alejandro, e incluso frunció el ceño.
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