El auto estaba estacionado al lado de la entrada de la Oficina de Asuntos Civiles. En silencio, Bautista la observó durante un momento y estaba por irse cuando, de repente, le sonó el teléfono a Victoria. Como estaba dormida y no lo escuchó, solo pudo tomarlo y contestar la llamada.
—Victoria, estoy en la entrada, pero no te veo por ningún lado. ¿A dónde estás? —Se escuchó la voz animada de una mujer.
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