Victoria se mantuvo en silencio.
Por otro lado, a Claudia le palpitó el corazón; fingió estar tranquila, pero no estaba segura de si podía intimidarla. No sabía mucho de ella, excepto que se tenía en alta estima, así que decidió arriesgarse y abordar la situación desde esa posición. Cuando Victoria no respondió, comenzaron a sudarle las manos debajo de la mesa.
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