Capítulo 500 Besos en el agua

¡Fabiola se aferró a él con fuerza porque sabía que su vida dependía de eso! No tenía fuerzas para luchar ni para nadar hacia arriba. Sandra nadó hacia ellos y tiró con locura de la mujer que aún se negaba a soltar a Tadeo. Aunque tiró con todas sus fuerzas, ¡no pudo separar a la mujer de Tadeo! Más tarde, otra persona apareció cerca… era Abel. Sandra no lo dudó y se acercó a Tadeo para poner sus labios sobre los de él y transferirle una bocanada de aire. Pudo sentir que el cuerpo de Tadeo volvía a tener algo de vigor después de haber tomado aire, y también percibió la ligera conmoción del hombre que estaba a su lado. Después de eso, Sandra se desmayó. Ni siquiera estaba segura de si habían venido a salvar una vida o a morir juntos. Llevaba demasiado tiempo en las aguas heladas y debido a que su cuerpo era vulnerable al frío, Sandra no pudo soportarlo más. Sus piernas se hicieron más pesadas, tirando de ella hacia el lago helado… Las salpicaduras del agua revelaban el mensaje de la muerte mientras la superficie se movía suave y con tranquilidad. Sentía dolor en los dedos por el frío y todo su cuerpo estaba helado… Los pulmones le dolían y palpitaban, como si fueran a explotar en cualquier momento. La horrible sensación se prolongó hasta que su respiración casi se detuvo, pero de repente, un rostro apareció frente a ella… Ese era el rostro que siempre desencadenaba sus emociones más profundas. Tadeo… Para su horror, seguía bajo el agua. Las manos del hombre levantaron su cuerpo, que se estaba hundiendo, mientras sus finos y tentadores labios se encontraron con los de ella, fríos y tiernos, para darle un poco de aire. Sus profundos ojos azules brillaron con tanto cariño que Sandra rompió en llanto en el momento en que sus ojos se encontraron con los de él. Lloró sin ruido, su voz era indetectable en el agua. Sus lágrimas se disolvieron en las aguas heladas del lago; eran tan amargas, y sin embargo estaban llenas de una dulzura sofocante al mismo tiempo… Podía sentir con claridad el latido de sus corazones cerca el uno del otro. En el lago helado, los dos se besaron como si el mundo no importara, y como si el otro hombre no estuviera presente. Después de llevar a Fabiola a la orilla, Abel se zambulló de nuevo en las frías aguas, ¡sólo para ser recibido por esta escena desgarradora! Permaneció allí en silencio durante mucho tiempo antes de desaparecer y llegar a la orilla… Poco a poco, con la ayuda de los paramédicos, Fabiola recuperó la conciencia. Tras volver a ponerse el vestido con tranquilidad, Sandra se dirigió hacia la temblorosa Fabiola. Su rostro estaba demasiado pálido, ya que no se había recuperado del todo de la conmoción anterior. Sandra se acercó y fijó su mirada hacia ella y sin dudarlo, levantó la mano y la abofeteó. ¡Plaf! El crujiente sonido resonó entre la multitud ya que fue bastante duro. La gente comenzó a murmurar antes de caer en el silencio. La cara de Sandra estaba llena de furia mientras miraba con frialdad a la asombrada Fabiola, con los ojos enrojecidos. Después de eso, habló con frialdad e indiferencia. —¡Vete al infierno sola, si eso es lo que quieres! —Sin esperar a que Fabiola reaccionara, Sandra se dio la vuelta y se marchó tan pronto como dijo su parte. Sus manos colgaban a su lado y temblaban un poco. Al presenciarlo, Tadeo, que estaba al lado del auto, se congeló durante un segundo antes de recuperar el sentido. Una mirada de emociones surgió en sus ojos azul oscuro mientras sus iris se contraían. Miró a Sandra que se acercaba, la pena en su corazón era mucho más dolorosa de lo que pensaba y pareció entender el motivo de aquella bofetada… ¡Tenía miedo! Tenía miedo de que él la dejara para siempre por culpa de la chica… ¡Temía que él se hundiera en las aguas profundas y no volviera nunca más a ella! Estirando su largo brazo, atrajo a la fría Sandra hacia sus brazos. Su agarre era tan fuerte que casi parecía que deseaba fundir su cuerpo con el suyo—. ¡Idiota!