Capítulo 556 Ha cambiado
Un año después, los callejones desiertos de la Calle Trinidad le dieron la bienvenida a un visitante frecuente. El hombre se demoraba en el callejón, esperando a alguien que no llegaba. Emanaba un aire de madurez y nobleza, pero una tristeza melancólica lo rodeaba como un aura. Junto a su sucesora, había una vieja máquina expendedora en ruinas. Era él, Tadeo, quién buscó al vendedor de la máquina expendedora y la compró. Ahora la máquina era una distribuidora de regalos, lo único que había cambiado era la incorporación de una máquina de helados. La razón de su modificación fue por una pequeña mocosa, que una vez dijo que el dispensador de regalos sería perfecto si pudiera repartir helado. Su deseo se había hecho realidad, pero nunca apareció para verlo por sí misma. Tres años habían pasado volando. Quizás el dicho «el tiempo cura todas las heridas» era un mito, porque su corazón todavía le dolía como si la herida todavía estuviera fresca. Inclinando la cabeza, bebió el jugo de manzana. Curiosamente, no era tan dulce como recordaba. La amargura y la acidez invadieron su boca.
Recordó la primera vez que vino a buscarla, fueron solo dos semanas después de que ella se fuera. La aprobación de la Visa había tardado más de lo habitual, o al menos lo sentía así. Había llegado a Las Vegas por la noche y esperó en la puerta de su casa durante mucho, mucho tiempo… Ella apareció a media noche con un extranjero a su lado.
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