Xiao Yibo no sabía qué decir para consolarla, así que se limitó a abrazarla un rato hasta que Zhou Xiaoyu calmara sus emociones. Sus ojos estaban un poco enrojecidos, pero solo se notaba si los miraban de cerca.
—Debe tener hambre, ¿no? Le prepararé una pasta... —La voz de Zhou Xiaoyu todavía estaba un poco entrecortada. Miró a Xiao Yibo con temor—. Suélteme primero.
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