Susu se sentía incómoda, mientras que Ye Lin no dijo palabra. Lo único que hizo fue sonreír a Ning Shaochen. Todo mundo pensaba que un mandamás como Ning Shaochen tendría muchos sirvientes resolviéndole todo, pero ella sabía que esas opiniones estaban muy equivocadas.
—¿Por qué no nos divertimos? ¿Vemos quien llega primero a ese lugar? —Susu apunto al pabellón arriba de ella.
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