El conductor frunció el ceño al oír sus palabras. Se giró para subir a su auto y se fue tan rápido como vino. Aunque Ye Lin se encontraba de vuelta en la sede, su maquillaje estaba arruinado, y su vestimenta era un desastre. Su moño estaba suelto y mechones de cabello enmarcaban su cara. Estaba hecha una piltrafa, llorando sin cesar.
Sin embargo, no se preocupaba ni tenía tiempo para que le importaran las opiniones ajenas. Trotó hacia Wu Lele tan pronto la vio parada cerca de la entrada.
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