Más adelante, Mo Han empezó a llegar tarde a casa, incluso algunas noches ni siquiera llegaba, pero Mu Qiao ignoraba estas faltas. Ella no había visto a Mu Ying desde aquel día, tampoco quería saber lo que la familia Mo había hablado con la familia Mu, ni estaba interesada en saber qué pensaban de ella.
Pasó sus días en la mansión Mo comiendo, leyendo y dando paseos. Los grandes jardines de la mansión Mo le proporcionaban un espacio lo suficientemente amplio para sentirse libre y en paz sin tener que salir de las instalaciones.
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