Sin tomar en consideración que ellos tenían vínculos familiares, Ning Jian no era más que un sueño inalcanzable para Hu Tu y mientras ella pensaba en eso, trataba de contener los sentimientos que tenía en su corazón, escondiéndolos en lo más profundo de su alma. Entonces miró la mesa con todo el desayuno servido y se sintió bastante desconcertada, pues era evidente que Chen Yiyi se había esforzado en verdad.
—Cuando termines de desayunar, ve a cambiarte. Te voy a llevar a la escuela —dijo un hombre con voz grave detrás de ella. Hu Tu se volteó y se percató de que su tío estaba un poco molesto al ver toda la comida que estaba sobre la mesa—. Come y luego botas lo que sobre. —Luego se volteó y fue hacia su habitación.
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