Aquel hombre tatuado la miró por un momento y despacio alejó de sí la barra de hierro. Luego, dejó escapar una carcajada.
—Pareces muy seguro de ti mismo, niño. Eso está bien. Teniendo en cuenta lo joven que eres. Yo, Liu, te perdonaré hoy. —Al terminar, sacó una tarjeta y la lanzó detrás de él—. Los diez mil de esta tarjeta son para cubrir los daños ocasionados.
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