Capítulo 104 De rodillas
Los dos estaban sentados en el restaurante preferido de Hestia, pero en esta oportunidad Heros había apartado una mesa VIP diferente, puesto que era él quien invitaba. La miraba por encima de la carta de menú. En verdad había querido resistirse y se había controlado por estar con Hestia, pero cada vez que la tenía cerca, su voluntad se derrumbaba ante ella. Era como un adicto que trataba de dejar la droga, pero no podía hacerlo, si seguía oliendo el aroma de su perfume, su cuerpo y sintiendo el tacto de su cuerpo. Era un hombre débil que cedía ante las tentaciones de la vida. Hestia Haller era su más hermoso y ardiente pecado, en el que no se arrepentía de haberse quemado hasta el cansancio. Pero su crimen de infidelidad había acabado el año pasado y lo que hicieran de ahora en delante estaba libre de culpa.
Hestia moldeó una sonrisa sagaz, pues notaba las reiteradas vistas que Heros le dedicaba. Había deseado probar algo desde hace mucho tiempo, incluso, cuando se estuvieron protegiendo de la lluvia, pero los ánimos no estaban para hacer esas cosas y el ambiente que se generaba entre los dos era distinto. Además, ya había pedido perdón y él le debía un capricho, por lo que solo estaba tomando el pago que le correspondía. Encorvó su espalda con naturalidad y se quitó el tacón derecho de manera disimulada por debajo de la mesa, que no dejaba ver nada por causa del mantel; hizo lo mismo con el otro zapato.
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