Capítulo 78 Una pareja verdadera
Hestia se puso encima de Heros. Sus palabras eran ciertas, desde que lo había conocido, todo estaba destinado a un desenlace trágico, sin ninguna ceremonia de bodas. Luego de eso, debía relajar a su lindo chico y hacer que se olvidara de sus problemas. Se quitó el sujetador deportivo, al que solo había apartado un poco, para mostrar sus grandes pechos. Ahora se hallaba desnudad en su totalidad. Lamió el abdomen marcado de su atractivo chico y sintió en su paladar el salado sudor de la transpiración de Heros. Era como probar deliciosas tabletas de sal. Fue ascendiendo, hasta los esbeltos pectorales, a los cuales degustó las tetillas con su lengua. Acarició cada rincón del cuero de Heros, palpando su divina creación; lo había convertido en el compañero de cama perfecto, que se acoplaba a la perfección a ella. Así, había convertido a aquel muchacho nerd, ingenuo y lento, en un magnífico amante. Agarró la dureza de Heros con su diestra. Levantó sus glúteos y volvió a acomodarla en su interior. Separó sus labios al quedar ensartada en el firme talento de Heros. A pesar de haberlo hecho hace pocos minutos, el goce que le proporcionaba era seguro y certero. Además, él tenía energía de sobra, debido a que estaba en la cúspide la juventud. Su mirada fulgurante de lascivia y su alma temblaba de alegría al ser completada. Al tener a Heros, podía hacerlo cuantas veces quisiera, dando rienda a suelta su enorme apetito sexual. No bastaba con una hacerlo una sola vez, sino que debían continuar, hasta el punto de morir de placer, por poco, que fuera de manera literal. Alzaba y dejaba caer sus caderas de modo lento, mientras realizaba figuras circulares, sobre la empinada entrepierna de Heros, que parecía tocarla más profundo. Rasguñaba el torso del chico con sus finas uñas, como una bestia salvaje. Se habían concentrado en guardar las apariencias, que habían dejado de lado la esencia extravagante y violenta que los había unido. Aún restaban algunos días hasta la boda, por lo que aprovecharía para volver al auge de sus perversidades. Sin embargo, los objeto que tenían en el gimnasio podían considerarse potencial parafernalia sexual, debido a que algunas eran igual de extrañas que las que se utilizaban y las que tenía en su habitación púrpura.
Heros se sostenía de la cintura de Hestia, en tanto ella lo trastornaba con el melodioso meneo de las caderas. Los pechos rebotaban de forma leve ante su azulada mirada. Las mejillas ruborizadas y el corto cabello rojo, ondulado, a veces se le quedaba pegado en la cara, debido a la traspiración que brotaba de los poros de su divinidad. Apartó un mechón del carmesí y apreció la belleza de su diosa, mientras Hestia danzaba sobre él. Deslizó su palmar, hasta los huesos de la clavícula que sobresalían en su torso. Bajó hasta los blandos pechos y los apretó a gusto, para luego tocar la zona del ombligo de Hestia, que se evidenciaba, como una leve hendidura. Levantó espalda hacia ella, para besarla, sin que Hestia se detuviera. Después se puso de pie y la cargó, en tanto se aferraba a él con las piernas y con los brazos por detrás de su nuca. Caminó hacia donde se hallaba una barra, para hacer dominadas.
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