Capítulo 76 El frenesí infernal

Era una escena que trascendía el mero acto de un encuentro entre ángeles y demonios; Era una fusión de opuestos en un ritual que celebraba la vida y la experiencia humana en su forma más pura. Las luces, el calor y los susurros creaban un ambiente embriagador, en donde cada individuo, cada pareja, se perdía en la esencia del otro, sin importarle el origen o la apariencia de quien tenía a su lado. En este salón, todos compartían la misma esencia, la misma chispa de existencia, en un acto de celebración y unión que se sentía eterno y efímero al mismo tiempo. En ese instante, el mundo parecía haberse desvanecido para Hestia y Heros; no existía nada, ni ángeles ni demonios, solo ellos dos, entrelazados en un fervor que iba más allá de lo físico y penetraba lo espiritual. Ambos sintieron el calor de la piel del otro, una llama que ardía más intensamente con cada roca, cada movimiento. Heros, con sus ojos azules fijos en Hestia, sentía cómo la distancia entre ellos se desvanecía; cada centímetro de espacio era reclamado por una cercanía irrefrenable.