Capítulo 47 Dulces mentiras
Hestia le bajó los pantalones a Heros y sostuvo el duro talento en sus manos. Dejó caer saliva y luego abrió sus labios, para tragarse la erguida virtud. Después se puso de rodillas en el piso, mientras Heros seguía sentado en el sofá. Saboreaba su delicioso helado sin pudor. Así estuvo, por los siguientes minutos, hasta se puso de pie y se dio medio vuelta, quedando de espalda a Heros, para quitarse la túnica. Entonces, se alzó su camisón, mostrando su esbelto trasero, con la braga de encaje que llevaba puesta. Se inclinó hacia adelante y se deslizó la prenda por sus piernas, regalándole una vista de su empapada humanidad. Apoyó su mano zurda en el muslo de Heros, mientras que con la otra se acomodaba el rígido atributo en su intimidad. Gimió y afianzó su agarre, cuando volvió a sentir como era llenada en la parte inferior de su vientre. Movía sus caderas de arriba abajo, en tanto lo acompañaba trazando círculos. Miraba por encima de su hombro, para contemplar las expresiones de su bello amante.
Heros se agarraba por la cintura de Hestia. Deliraba ante la sensación que lo absorbía en su entrepierna. Suspiraba con placer y ardor, mientras era montado por su diosa, la cual meneaba de una forma enloquecedora. La caliente humedad de su diosa mojaba su virtud, haciendo que, pequeñas gotas de un líquido recorrieran su talento. El esbelto trasero de Hestia, rebotaba y sonaba al caer sobre él. Al pasar los minutos, Hestia se puso de frente, y lo seguía cabalgando sobre el sillón. Le bajó el camisón, para acariciarle y chuparle los pechos. Al final, Hestia se había vuelto a poner de rodillas, para hacerle otra felación. La apretó con fuerza detrás de la cabeza y sus piernas se volvieron rígidas. Alcanzó el orgasmo y lo liberó dentro de la coba ella.
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