Capítulo 13 El fuego
Un hombre con atuendo todo oscuro, similar a un espía, con un pasamontaña que le tapaba el rostro, vigilaba desde lejos y oculto, lo que acontecía. Entonces, envió un mensaje: “Tarea completa”.
Hestia estaba sentada en un suave sofá en el balcón de su suite. Llevaba puesto una túnica semitransparente y ropa interior de encaje negra. Sostenía en su derecha una copa de cristal, medio llena de vino. Admiraba el panorama de la resplandeciente ciudad desde el piso más alto del rascacielos, como una maravillosa diosa griega mirando a los mortales desde el monte Olimpo. La pantalla de su móvil se iluminó al recibir una notificación. Lo levantó con su mano izquierda y manifestó una sonrisa tensa en sus carnosos labios. Era una mujer mala, por lo que había hecho, sí. Pero era que nunca había sido buena. No le importaba lo que pensaran los demás, iría con todo para obtener su presa. Había sido cruel y nefasta, con un inocente, que no tenía la culpa de nada. Sin embargo, necesitaba destrozar la voluntad de Heros; debía quebrarlo en alma, para poder obtener su cuerpo, porque de otra manera, no lograría hacerlo caer. Se veía en la obligación de destruir a Heros, para luego construirlo desde cero. Ese humilde jovencito era leal y determinado con sus sentimientos; en verdad amaba a Lacey, por eso había podido resistirse a su hechizo. Estaba segura de que, si en realidad no estuviera enamorado de su secretaria, había sucumbido antes sus encantos en el burdel. No obstante, así era más entretenido y satisfactorio, porque significaba un desafío, seducir a un hombre que amaba a otra mujer. Era entretenido jugar con su tierno conejito. Hace mucho, que no se divertía tanto. Gracias a Heros, y a su traidora auxiliar de administración, había encontrado con que entretenerse y sobrellevar sus días de aburrimiento, y de paso, también acabaría con la libido que la estaba colocando ansiosa y que le provocaba estrés. No había manera en la que perdiera; salía ganando en cualquier escenario posible. Era una partida, en la que existía el fracaso. Bebió de su vaso y humedeció su boca con el vino tinto. A pesar de que sus planes marchaban como lo había estructurado, su corazón latía inquieto. Luego de haberle dado a conocer a Heros porque era la diosa del fuego.
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