Capítulo 170 ¿Intentas torturarte?
Al escuchar lo que dijo Armando, Graciela frunció un poco el ceño. Armando no lo sabría, ya que era un aficionado. Las manos de un músico eran más valiosas que cualquier instrumento. Sus manos eran tan importantes como sus vidas. Si se lesionaban la mano, descansaban y se recuperaban. No practicarían y se arriesgarían a perder la capacidad de tocar por el resto de sus vidas.
«¿Acaso Mariana no aprecia su mano?», pensó Graciela de manera miserable.
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