Capítulo 2 Una trampa
Recordó lo tensa que había estado cuando el hombre la llevó a la cama anoche. Su aliento pasó por su oído mientras él mascullaba:
—Relájate.
En efecto, la voz de Cornelio era tranquila por lo general. ¡Era por completo diferente a la de ese hombre!
—¿C… Cómo pudo ser? —Graciela le lanzó una mirada perdida a las fotos que estaban ante ella en la cama, su rostro palideció.
«¿Quién era el hombre que durmió conmigo anoche?».
—Señora Rangel. El Señor Soto es su amor de la infancia. ¿Por qué lo engañó?
—¿Se cansó de él?
Los reporteros ignoraron su conmoción y la interrogaron con dureza para obtener los impactantes titulares que querían. Las cámaras capturaron cada centímetro de su cuerpo y cada expresión que puso, sin tomar en cuenta sus sentimientos.
—¡Largo, lárguense ahora! —Ella por fin estalló y les gritó a todo pulmón. Hasta agitó sus manos con desesperación para ahuyentar a los reporteros, pero ellos se rehusaban a irse.
—Señora Rangel, su cuerpo está lleno de chupetones. ¿Tuvo sexo con el hombre por mucho tiempo?
Graciela no pudo soportarlo por más tiempo, los reporteros eran demasiado groseros y no tenían donde acabar. Dejó escapar un grito capaz de penetrar los tímpanos y se desmayó.
Un Maybach negro estaba estacionado a una calle del hotel. La ventana negra descendió con lentitud para revelar el helado perfil del hombre. Miró la entrada del hotel. Cuando vio que Cornelio salía flanqueado de reporteros, su penetrante mirada se oscureció.
—Corne, sé gentil…
La dulce voz de la mujer de anoche pareció reverberar en sus oídos. Jugueteó con sus dedos como si el calor de la mujer se hubiese quedado en las puntas de estos.
—Cornelio Soto, el hijo adoptivo de la familia Rangel. También es el director ejecutivo de Corporación Espectro. ―Poco después, ordenó de forma calmada―: Investiguen a Cornelio Soto.
—Sí, Señor Falcón.
—En menos de una hora, los titulares que decían que Graciela había engañado a su esposo estaban publicados en varios sitios en Internet. Los reporteros también habían adjuntado algunos videos de Cornelio atrapando a Graciela en el acto y su cuerpo desnudo, esto creo indignación en Internet.
Corporación Espectro, la cual le pertenecía a la familia Rangel, sufrió un retroceso debido al escándalo. El precio de sus acciones se desplomó casi hasta llegar al fondo.
Mientras tanto, Graciela se apresuró a regresar a casa con la ayuda de su ama de llaves. Publicaron su número de teléfono en línea y no paraba de recibir mensajes y llamadas de broma. Por ende, no podía usarlo y tuvo que pedirle el suyo a la ama de llaves para llamar a Cornelio, esperaba poder explicárselo. No obstante, Cornelio no contestó sus llamadas.
Graciela se empapó de agua fría en la bañera y se talló con violencia. Su cuerpo se puso rojo por la fuerza con la que se frotó, pero aún podía oler en ella la esencia del hombre. Al recordar la helada expresión que tenía Cornelio al irse, Graciela peleó contra el impulso de estallar en llanto. La desesperación invadió su corazón.
«¿Qué está pasando?».
Poco después, su teléfono sonó. Graciela lo tomó del estante y se apresuró a responder.
—Querido…
—¡Ven al ayuntamiento ahora! —Le exigió Cornelio y terminó la llamada de forma abrupta.
Solo en ese momento Graciela se dio cuenta de que había estado sumergida en la bañera por muchísimo tiempo y su cuerpo estaba arrugado y pálido. Salió tambaleándose de la bañera y fue hasta su armario para ponerse ropa. De camino hacia el ayuntamiento, se puso un poco de maquillaje para esconder su harapiento y pálido rostro.
«¡Tengo que explicar todo para no divorciarme de Cornelio!».
Cuando Graciela llegó al ayuntamiento de Ciudad Jazmín, vio a Cornelio en la puerta. Tenía puesto un traje negro y su expresión estaba tranquila. No había reporteros alrededor, por lo que parecía haber preparado la escena de antemano.
—Cariño, deja que te explique. —Graciela se apresuró a ir hacia él y tomó su mano. Las lágrimas inundaron sus ojos—. Recibí un mensaje de texto anoche diciendo que estabas en el Hotel Ladera con otra mujer. La ubicación de tu teléfono mostraba que estabas ahí, por lo que fui…
Cornelio desbloqueó su teléfono y le mostró su itinerario del día anterior. Le lanzó una mirada implacable y dijo.
—¡Acompañé a un cliente al hotel y me fui antes de que pasaran diez minutos!
Tras ver su itinerario, Graciela tropezó y casi perdió el equilibrio.
«¿Alguien me puso una trampa anoche?».