Capítulo 35 La explosión
Graciela se giró de inmediato. Notó que había un pedazo de metal perforando la espalda de Armando. Su espalda estaba cubierta de sangre. Eso hizo que Graciela se diera cuenta de por qué podía oler el aroma a sangre. Su corazón dolió cuando vio lo herido que estaba Armando por ella. Se quitó la bufanda de seda del cuello con precipitación y la presionó sobre la herida de Armando, tratando de detener el sangrado.
—¡Patricio, consigue ayuda!
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