Capítulo 304 Arrástrate
Graciela estaba deseando echarse una siesta en su merecido descanso. Sin embargo, en su mente se repetía una y otra vez la caída de Armando cuando intentaba sentarse en su silla de ruedas. Daba vueltas en la cama y no conseguía conciliar el sueño.
Finalmente, se escabulló al gimnasio y abrió la puerta sin hacer ruido. Vio a Armando sosteniéndose con unas barras paralelas. Tenía las piernas débiles y apenas podía mantenerse en pie. En lugar de eso, utilizaba los brazos para sostenerse, y sus nudillos se habían vuelto blancos por el esfuerzo. Tardó varios minutos en dar un paso y la frente le chorreaba de sudor.
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