Capítulo 295 Aún puedes moverte
—Sí. —Armando parecía indiferente todo el tiempo. Era como si quedarse ciego no fuera un problema para él.
Fue entonces cuando Graciela recordó que él había perdido la vista hacía catorce años. En aquella ocasión, la herida había sido grave: tenía los ojos llenos de gruesos vendajes, pero también entonces parecía tranquilo. De vez en cuando hablaba con ella en el balcón, e incluso esbozaba una pequeña sonrisa.
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