Capítulo 19 Máscaras
Queriendo sentirme más a gusto con él, me acuesto a su lado para mirar el cielo. Por mi mente viajan muchas cosas y mi corazón duele al saber que ya sido maltratado tantas veces para sentirse así. Por ello, me resulta sorprendente, cualquier persona que ha vivido bajo su presión y golpes, sería el típico chico malo que habla desde su dolor. Pero él es tan distinto que es muy buena persona, tanto que no creería que es golpeado, si no hubiese visto que fui padre lo golpeó delante de todos y nadie lo defendió.
— Eres sorprendente, Serkan. Dices que quieres aprender a vivir sin que lo que hagan o digan los demás te afecte y ya lo has hecho. — murmuro.
— ¿A qué te refieres? — pregunta confundido observándome.
— Tú amas una cosa más que el fútbol, tanto que no serías capaz de renunciar a ella a pesar de que te dañen. — murmuro sonriente.
— ¿Qué es eso que describes? — pregunta curioso levantando su torso para sentirse a mi lado y yo, doblo una de mis piernas y me siento frente a él.
— Amas ser buena persona, ser caballero y servicial. — respondo y él asiente lentamente — Has pasado por muchas presiones, has sido golpeado y nada de eso ha impedido que tú cambies tu forma de ser. Todos en la vida pasamos por momentos dolorosos y muchos de ellos, nos marcan tanto, que nos volvemos egoístas y groseros.
>> Las personas que se burlan de mí, son una de ellas. Tienen heridas que sanar por daños causados primordialmente por su familia y conocidos cercanos. Seguramente fueron traicionados, su familia se separó o hay muchas disputas entre ellas que los hacen sufrir y es por ello, que actúan con altivez. Esa es una máscara que utilizan para ocultar su dolor y no ser heridos por verse vulnerables.
— Creo que mi amabilidad también es una máscara. — murmura bajando su mirada.
— Lo es si no sanas tus heridas y finges que todo está bien, cuando no es así. Muchos de los insultos que me hacen, son muestra de esas máscaras que se concentran tanto en usar, que no sanan sus propias heridas.
>> Están tan inseguros porque su familia no les ha brindado el amor para amarse como son y no les ha enseñado herramientas para afrontar sufrimientos. Por eso, actúan con malicia y causan heridas a los demás. Adquieren la actitud: “prefiero herir que ser herido” y por ello, se vuelven uno más del montón. Pero tú no eres así. Quizás sientas que tienes una máscara distinta porque no has terminado de sanar cuando estás siendo nuevamente herido. Pero al menos, intentas sanar y no causas dolor a los demás.
— Entonces…
— ¿Dejarías de ser amable y caballero si tu familia te lo pide? — pregunto y él niega— ¿Por qué no lo harías?
— Dejar de ser servicial, me haría perder mi esencia, una que he construido a través de los años y me define. Además, no quiero que mis palabras y actitudes causen dolor a otros. La vida es lo suficientemente dura, para provocar más molestias a los demás. — responde con seguridad.
— ¿Lo ves? No renunciaría a ello, porque amas ser así. Ahora, con respecto a qué es tu máscara de dolor, podrías dejar de verlo así, si te concentras en ti. Amas ser buena persona y por ello, debes entender que, si tu padre te golpea o te insulta, lo hace por sus frustraciones y fracasos y no los tuyos.
>> Cuando aprendes que quien te daña, lo hace porque ha sido dañado y actúa por medio de su dolor, comienzas a dejar de sentirte menos y ser empático incluso con quien no lo merece. Cuando entiendes eso, comienza a analizar herramientas para ayudar a otros o simplemente entender sus actitudes hirientes. Cuando entiendes que el problema no eres tú y lo que haces, sino el dolor del otro que no ha sido sanado. Perdonas sus ofensas sin que él o ella te lo pida. Por ello, comienzas a fortalecer tu mente y cuerpo sabiendo que actuaste bien y que, aunque quiso dañarte, no lo hizo porque sus palabras no te afectaron, ya que, no hablaba de ti, sino, de él mismo.
— Creo que lo estoy entendiendo. He comprendido que he amado ser buena persona y que incluso, sufriendo, no renunció a serlo. Pero, aún siento que no puedo ser empático con el que me lastima. Pienso que pata llegar a ello, me falta demasiado.
— Es normal, esto es un proceso. Hoy aprendiste que amas más que el fútbol y seguramente tendrás otras cosas más que ames hacer y no lo notes. Primero debes analizar tus virtudes y potencializar las mismas.
>> Teniendo fuertes tus virtudes, te vuelves más empático y las no virtudes, ya no son algo que te hagan derrumbar, sino que, es una tarea pendiente en la que, teniendo conocimiento de tus habilidades, podrás trabajarlas para salir adelante. Crecer de esta forma es un proceso largo, pero cada logro vale la pena, porque es un peldaño que subes hasta llegar a la persona ideal que deseas ser. Eso es un logro o fracaso interno, que te llevará a sentirte frustrado y perdido muchas veces y por ello, cuando llegues a la meta, el triunfo será bastante satisfactorio.
— Eres muy buena con las palabras y en entender a las personas sin juzgarlas. — murmura sonriéndome.
— No fue fácil hacerlo. Cuando me encerré en las series asiáticas y los libros, estaba resentida con el mundo y las personas. Sentía que nada me salía bien y que todos estaban esperando su turno para dañarme. Por ello, no quería estar cerca de nadie.
>> Me refugié en los libros y empecé a amar sus personajes literarios. Por muy chico malo que fuera, no lo odiaba, aunque hiciera cosas similares a las que a mí me hacían. Por muchos golpes y humillaciones que causará, no lo aprobaba, pero si entendía su dolor. Vi tantas personalidades buenas y malas que odie y ame. Porque incluso en personalidades amables, existe el fastidio.
— ¿En serio?
— Es agotado leer una chica completamente sumida que acepta todo y también es agotador ver un chico o chica tan mala que siempre disfruta dañar a los demás como si eso le diera un placer indescriptible. Eso es lo que llamo, personaje tóxico, es demasiado bueno o malo.
>> Leyendo tengo comprendí que incluso ser demasiado bueno es dañino y por ello, busqué mi propio equilibrio. También comprendí que no odiaba al chico malo con pasado oscuro y doloroso, porque sabía que pensaba. Todos ven lo que hacemos, pero no lo que pensamos mientras lo hacemos, pero en los libros puedes ver eso y por ello sabes que siente realmente cuando habla o hace algo. Por eso, entiendes su actitud grosera y sabes que, aunque actúa mal, pronto será bueno. Porque solo necesita una ayuda externa que le ayude a entender que puede actuar como piensa y sanar o entenderlo él mismo.
— Entonces, tú eres mi ayuda externa. Una que ahora que encontré, no quiero perder. — me dice sonriéndome.
Dios mío, menos mal no soy asmática, porque en estos momentos estaría contigo. — digo mentalmente mientras me derrito con su mirada.