Capítulo 13 Estar listo
Despierto emocionada, ayer regrese a casa después de aceptar su propuesta y querer dejarlo solo para que calme su enojo. Pero realmente, solo pude dormir después de las cuatro de la mañana. La emoción no me dejaba dormir y ya toda frustración por sentirme usada, desapareció, siendo reemplazada por la culpa al no aceptar inmediatamente.
Emocionada por un nuevo día siendo “amiga” del chico que me gusta, me bañó y cambio para ir a clases. La emoción por haber estado tan cerca de sus sentimientos y dolor, me llenan por completo que no me preocupó por comer, así que, sintiéndome fuerte, tomo mi bicicleta y me marcho hasta la universidad esperándolo en un nuevo escondite donde disimulo leer mientras la ansiedad por verlo me impide mantenerme concentrada.
Pocos minutos pasan y su auto se hace presente emocionando mi corazón, al punto de necesitar pensar en cosas relajantes para no correr el riesgo de desmayarme. Poco a poco, mi corazón se tranquiliza y yo lentamente abro mis ojos, encontrándome a Serkan, frente a mí.
— Si te desmayas, llegaremos tarde a clases. — me advierte.
— ¿Llegaremos? — pregunto confundida
— No podía dejar inconsciente a una amiga e irme a mi clase y como no es bueno use el alcohol para agilizar las cosas, llegaríamos tarde.
Asombrada miro el reloj y observó que, si no me marcho ahora, llegaré tarde a mi clase, por lo que, rápidamente me levanto de mi puesto, pero mi tobillo busca el momento perfecto para faltar y mi cuerpo cae a un costado. Cierro los ojos para no observar el momento vergonzoso mientras espero la caída, pero está no llega y en su remplazo, su mano me toma de mi cintura y espalda para no caer.
Lentamente abro mis ojos y observó lo suyos mirándome con preocupación. Su hermoso rostro, tan cerca de mí, me hace ver el corte en su labio inferior que causó su padre y mi corazón duele al saber que su perfecto rostro fue profanado por la violencia.
— ¿Estás bien? — pregunta revisando casa centímetro de mi rostro.
La cercanía de nosotros es mínima y siento en la palma de mi mano, su corazón latir y su mano en mi espalda, calentarse. Desde mi lugar, puedo contar perfectamente sus largas pestañas y sus ojos color avellana, me derriten hasta que no soporto más. Realmente no puedo y todo se vuelve negro.
Lentamente, despierto y me encuentro recostada a un hombro mientras el dueño de ese hombro, me rodea con uno de sus brazos. Mi corazón de acelera al saber de quién es ese brazo fuerte y debo imaginar todas las técnicas de relajación, para no volverme a desmayar.
— ¿Estás bien? — pregunta y yo giro mi rostro sin alejarme de su hombro.
La cercanía vuelve a golpear con fuerza mi corazón y yo me levanto impulsada por un resorte al analizar la situación en la que nos encontrábamos y como varios estudiantes nos observaban con sorpresa, se burlaban o enojaban.
— Gracias por cuidarme mientras estaba inconsciente y disculpa por atrasar tu llegada a clase. — digo tomando mis cosas y corriendo.
— ¡No te preocupes, eso hacen los amigos! — exclama y escucho un alivio por parte de varias chicas al escuchar que solo soy una amiga.
— Lo sabía, era imposible que le gustará a nuestro Serkan. Él no está ciego y tiene buenos gustos. — responde una de las chicas y yo corro hasta mi facultad intento ignorar el dolor en mi corazón.
Realmente había estado en una escena tan romántica con el chico que me gustaba y ello era suficiente motivo para ignorar los insultos de esas chicas que me vieron con él. Por lo que, me sacudo mentalmente para que esos comentarios hirientes no me afecten y toco a la puerta al ver que él profesor, ya llegó.
— Lo siento, maestro. Sin querer, he llegado tarde. — digo inmediatamente.
— Esto es nuevo, Powell. La chica aplicada y puntual, ha dejado de serlo, ¿qué te sucede? ¿Estás experimentando la etapa de la adolescencia tardía? — pregunta curioso.
— No, señor. Le prometo que no volverá a pasar, ¿puedo entrar?
— Adelante. — dice y yo de inmediato corro a mi asiento mientras observó cómo todos se burlan de mí.
Sonriente por cómo empezó mi día, los ignoro y presto atención a la clase, mientras me desespero por terminar pronto la clase e ir a la biblioteca. Hoy tengo el horario de clases similar al de Serkan, por lo que, los descansos son casi iguales y es por ello por lo que, podemos reunirnos en la biblioteca antes de nuestra siguiente clase.
Curiosa por hablar con Yessica, la busco entre mis compañeros, pero no la encuentro, sabiendo que debo contarle esta nueva noticia, le envió un mensaje que no le llega e intento concentrarme en la clase para no ser regañada.
Al terminar la clase, recojo mis cosas con prisas y me marcho de la misma despidiéndome del profesor y corriendo a la biblioteca. Soy consciente que no debo mostrar mi ansiedad por verlo, pero realmente lo necesito. Por lo que, corro a la biblioteca y me quedo sentada en una mesa de estudio disponible.
Teniendo mi propio libro por leer, saco el mismo e intento concentrarme en él, pero al levantar mi mirada cada vez que siento que alguien entra al lugar, impide que avance en mi lectura, hasta que dejo el libro a un lado suspirando frustrada.
— ¿Está todo bien con Julieta? — pregunta Serkan caminando hacia mí y mi corazón se acelera cuando se sienta frente a mí.
— Nada está bien con ella. Estoy llegando a su trágico final. — murmuro intentando fingir que tener al chico que me gusta sentado en la misma mesa en la que me encuentro, no debe afectarme tanto
— Entiendo, maestra. — comenta sonriendo mientras saca una libreta y lápiz.
— ¿Maestra?
— Claro que sí. Me vas a ayudar en algo importante. Es claro que eres mi maestra y espero que sea una muy buena. Tu estudiante está ansioso por ver cambios significativos en su pensamiento.
Verdad, nuestro trato. Oh, rayos, ¿qué voy a hacer? No soy psicólogo ni mucho menos tengo la respuesta a sus problemas. ¿Qué voy a hacer?
— ¿Ya vamos a empezar?
— Es mejor pronto que tarde. — responde sonriéndome y mi corazón se derrite.
Dios mío, ¿cómo voy a explicarle que no puedo ayudarle cuando me sonríe también hermosamente? Creo que merezco corazón va a sufrir un infarto y yo ahogo un gemido de placer por morir observando la persona más bella del mundo, de mi mundo.
¿Cómo puede una sonrisa ayudarme a aceptar la muerte tan fácilmente? — me pregunto mentalmente.
— Estoy listo para ti, maestra.
— Yo también — susurra imaginando que su propuesta es al estilo de Cristián Grey
He perdido la razón.