Capítulo 5 Primera conversación
Todas en la universidad, lo acompañan a sus entrenamientos y partidos de fútbol, incluso las que no les importan el deporte, pero por verlo, lo hacen. Eso explica porque una multitud de chicas emocionadas, lo apoyan incluso si son de la universidad con la que se enfrentan. Pero no las culpo, yo lo hago y ninguna de nosotras se siente culpable al no quitar la mirada de él.
Podría decir que todas las mujeres suspiran por él cuando pasa cerca de nosotras, mientras yo miro bajo las gradas para no ser molestada porque me vean. En la universidad soy poco interesante para todos y es por ello que me ignoran. Entre esos, el famoso chico turco que hace babear hasta a la más tímida de la universidad y esa soy yo.
Por lo que, debo ser precavida al momento de observarlo. Por ello, sigo bajo las gradas sentada en mi bicicleta mientras todos ven el partido, gráficamente encima de mí. El primer tiempo termina con el marcador sin algún cambio y desde mi lugar, veo cómo varias chicas corren al final de las gradas ofreciéndole agua, una toalla o comida.
Los celos me invaden, pero suspiro aliviada al ver como él les niega la ayuda inclinándose ante ellas y adentrándose al asiento con su equipo. Allí, solo es visible para la tribuna frente a él o lateral. Por lo que, es visible para mí en todo momento y más cuando sigue buscando a alguien en las gradas.
El tiempo de descanso termina y el segundo tiempo comienza. El tiempo avanza y siguen sin hacer algún gol. Todos se observan preocupados mientras apoya a su respectivo equipo. Faltan dos monitor para terminar y Serkan se acerca velozmente a la portería enemiga con el balón. Varios intentan detenerlo y él los esquiva.
Su compañero libre, lo llama y él le da el balón para avanzar mientras el equipo adversario corre hacia el chico que días anteriores me avergonzó por leer a Anastasia y Cristian Grey. La ansiedad se siente en la tribuna y todo se vuelve gritos cuando la estrella del equipo hace el gol y todas gritan emocionadas mientras yo me concentro en ver como su abdomen marcado se muestra.
Diría que es muy pervertido de mi parte hacerlo, pero no es la primera vez que lo hago y ya no tengo remordimiento de ello. Simplemente, disfruto y con él lo más mínimo es para deleitarse. El tiempo pasa y no hay más goles que celebrar y solo queda terminar los minutos de reposición. Con el partido finalizado, todas corren hacia la estrella y capitán del equipo: Serkan, mientras yo busco marcharme antes de que alguien me vea.
Es allí cuando lo veo, tan cerca y con una capa de sudor sobre su piel blanca que lo hace ver como los modelos de un comercial de camisetas mojadas. Mi emoción por verlo avanzar tan cerca de las gradas, me causan una sensación tan placentera, que me resulte imposible moverme ante lo embelesada que me encuentro cuando se dirige a la salida cerca de mí con sus cosas.
La distancia se hace más corta ante cada segundo y yo logro reaccionar, bajándome de la bicicleta e intentando esconderme en la parte menos visible de las gradas. Realmente me siento acorralada ante su cercanía y parezco una gallina corriendo de un lado al otro sin encontrar lo que busco.
Las conversaciones se hacen más fuertes y yo temo ser vista. Por lo que, finalmente me escondo en la pared cerca a la salida. Allí, en una esquina, imploro no ser vista por ninguna persona de las que rodea a Serkan. Desde mi escondite puedo ver como salen las primeras chicas mientras todas hablan a la vez.
— Un momento, creo que he perdido mi pulsera. — se queja Serkan.
— ¿Qué?
— ¿Cómo es posible?
— Vayan a c1asa. Regresaré a buscarla. — dice Serkan
— ¡No!
— Nosotras te ayudaremos a buscarla.
— Sí, espera un momento — dicen varias y desde mi lugar escucho muchos pasos alejarse.
El silencio vuelve a sentirse presente mientras todos finalmente se marchan y las chicas se encuentran lejos buscando la pulsera de Serkan. Pensando que él dijo lo de la pulsera para deshacerse de las chicas, marchándose sin que ella lo notarán, suspiro aliviada no ser vista y salgo de mi escondite tomando mi bicicleta.
— Así que, aquí te escondes, mi pequeño Ross — murmura en tono burlón y eso es para que detenga mi acción.
Lentamente, levantó mi mirada y es allí cuando lo veo, la pulsera que había mandado a buscar a las chicas estaba en su dedo dando vuelta mientras con su otra mano metida en los bolsillos de su pantalón me observaba con una sonrisa. Se veía perfecto y el saber que solo me miraba a mí, fue suficiente motivo para perder el conocimiento.
Sus ojos se tornaron borrosos y mi cuerpo perdió fuerzas cuando todo se volvió negro para mí. Dios, ¿por qué debo desmayarme ante una fuerte impresión siempre? Pero, un momento, ¿cómo es que mi crush sabe dónde encontrarme? Además, ¿cómo voy a reaccionar cuando el hombre que llevo tiempo mirando todo lo que hace porque me encanta, me habla por primera vez?
Rayos, ¿cómo voy a verlo después de esto? ¿Cómo?
Narra Serkan
Pase un largo tiempo buscando a la pequeña chica tímida que siempre veo cerca de mí. Al estar en un partido tan importante pensé que vendría a apoyarme, dure tiempo buscándola entre las gradas, pero no la encontré y eso me resultó de cierta forma, un poco decepcionante.
No había rendido bien en el partido por pensar en los motivos qué hicieron que ella no estuviera aquí apoyándome. Uno de ellos fue que era demasiado tarde y ella era una chica qué no debía estar tan tarde un sábado cuando no estamos en exámenes para que ella se quede toda la noche estudiando en la biblioteca.
Pensé eso muchas veces intentando justificar su ausencia y cuando me convencí de ello, decidí concentrarme en el partido. Fue allí cuando anoté y pude sonreír satisfecho por no perder. Estaba entusiasmado por los resultados, pero aún sentía lo ausencia de la chica. Llevaba días viéndola a mi alrededor y ya me había acostumbrado a sus miradas disimuladas. Eran como un juego divertido para mí, un juego de dos y no de uno.
Pero cuando tomo mis cosas y todas corren a rodearme, la veo. La pequeña chica ignorada para todos, se encuentra debajo de las gradas observándome. El alivio de verla y que vino a apoyarme, me invaden y camino hacia ella para finalmente hablarle. Su forma de ser tan libre y única, me ha resultado interesante y ahora que también lo soy para ella, he decido finalmente hablarle.
En un principio, la vi como cualquier chica, pero ella no se pega a mí ni invade mi espacio personal. Además, sus gustos musicales son similares al mío y su estilo libre de actuar, me resulta envidiable. Por lo que, decidido a ser su amigo, caminó hacia ella, Pero todas siguen mis pasos hablando al unísono de cosas que podría hacer con ellas.
Suspiro frustrada buscando una excusa y la pulsera en mi bolsillo, me da la idea que necesito. Todas corren a buscar lo que supuestamente perdí y yo me quedo en silencio, recostado en la misma pared que ella usa como refugio. Desde mi lugar, veo cómo las chicas buscan mi pulsera y los demás se marchan por los demás salidas.
El tiempo pasa y solo quedan las chicas que insisten en encontrar algo que no se me ha perdido. Viendo que todas están concentradas en ello decido actuar y sacando la pulsera juego con ella mientras le hablo.
— Así que, aquí te escondes, mi pequeño Ross — digo intentando sonar amigable.
Pero es evidente que no lo logro al ver como detiene su acción y se desmaya al verme. El pánico se apodera de mí al ver como se desploma y yo corro a tomarla en mis brazos. Nervioso, doy unas pocas palmadas en sus mejillas buscando que recupere la conciencia.
— Ross, despierta. Por favor, no me asustes. — suplico, pero no despierta.
El miedo me invade y no encuentro otra solución que cargarla en mis brazos y correr a enfermería. La universidad en la que he estado tantas veces, me ayuda a no perderme mientras corro con ella en brazos.
— ¡Serkan, ¿A dónde vas?! — preguntan tras de mí y yo las ignoro corriendo con Ross en mis brazos.
Rápidamente llegó a la enfermería y choco con la enfermera del lugar.
— Se desmayó. No sé qué sucedió, pero no despierta. Ayúdeme — pido y ella vuelve abrir la puerta, dejándome pasar.
— Ponla en la camilla. Voy a revisarla— ordena y yo hago caso
La enfermera la revisa y coloca un poco de algodón cerca de su nariz. El olor la hace despertar mientras yo suspiro aliviada.
— ¿Qué me pasó? — pregunta confundida.
— Te desmayaste, ¿sufres de alguna enfermedad, estas embarazada o no has comido bien para justificar ese desmayó?
— Tengo una enfermedad, por así decirlo. Cuando tengo impresiones muy fuertes, mi cuerpo colapsa y yo me desmayó. — dice intentando abrir sus ojos.
— Oh, que bueno que no es algo grave. Me sentía culpable — murmuro.
Ross enfoca su mirada en mí y nuevamente se desmaya. Rayos…
— Creo que el causante de sus desmayos, eres tú chico lindo. — se burla la enfermera y yo me avergüenzo.
— Lo siento. Me iré para no causar más problemas. Gracias por atenderla. — digo saliendo de la enfermería, muy avergonzado.
Pienso en marcharme para que no me vea, pero el temor de dejarla sola y que regrese a su casa tan tarde, me lo impide. Por lo que, llamo a mi amigo Lucas y le pido que se lleve mi auto. Si ella se va en bicicleta, podre ver que esta todo bien, siguiéndola a su ritmo y un auto, me lo impediría.