Capítulo 6 Defender
Narra Ross
Lentamente despierto encontrándome con la misma enfermera. Por lo que, lo que recuerdo, no fue un sueño.
— Puedes abrir los ojos con tranquilidad. El chico ya se fue — explica la enfermera y no sé si su respuesta causa alivio o decepción en mí.
— De acuerdo, gracias. — respondo levantándome de la camilla dispuesta a irme.
— ¿Necesitas que llame a tus padres o alguien más? — pregunta la enfermera.
— No, estaré bien por mi cuenta. No es la primera vez que me pasa esto.
— Entonces deberías comentarle eso al chico que te trajo. Cuando lo vi trayéndote en sus brazos pensé que te habías muerto, su cara de terror y sus ojos llenos de lágrimas me indicaban eso.
Mi rostro se ruboriza de un color rojo violento mientras intento ponerme en pie recordando mis técnicas de relajación o podría desmayarme nuevamente.
— Lo entiendo, gracias por todo— murmuro marchándome.
Teniendo mi medio de transporte todavía en las gradas dónde me desmayé, camino hacia ese lugar gracias a indicaciones que algunos chicos aceptan darme. Como todo está solo, tomo rápidamente mi bicicleta y me marcho rumbo a la salida. Pero cuando estoy dispuesta a irme, el grupo de chicas que rodeaba a Serkan, detienen mi andar.
— Muy buen truco el que hiciste, perdedora. — dice una colocándose frente a mí.
— ¿De qué hablan?
— Eso de hacerte la desmayada, fue muy bueno. Tanto que pudiste estar en sus brazos — dice una chica golpeando con su dedo índice mi cabeza.
— Déjenme en paz. — murmuro intentando alejarme de ellas, pero cada vez que me muevo, ellas lo hacen.
— Te queda bien el papel de tonta. Así que, ¿por qué no sigues con eso y no te interpones en nuestro camino? — pregunta molesta.
— Qué bueno que lo de ella es un papel. Porque para ti es tu estilo de vida completo. Sabrina, deja de intimidar a otros y pedirle que sean calculadores y tontas como tú. Con cinco, así como ustedes, el mundo tiene suficiente problema.
— Esto no es contigo, Yessica. — le advierte la chica que se llama Sabrina.
— Quizás no a mí, pero si a nuestros padres. Ambos son psicólogos, seguramente Led encantara saber que su hija ayuda a promover lo que ellos luchan por ayudar a desaparecer. Sabrina, no creo que a mí tío le guste tener a una hija matona, ¿no es así?
— No te atreverías.
— ¿Qué mecanismo de castigo te coloca? La última vez te condicionó muy bien. Creo que necesitará un reforzador al ver que desaprendiste tu conducta. Creo que lo averiguamos en la cena de mañana ¿no crees?
— Eres un fastidio, Yessica. Detesto ser tu familiar — dice golpeando la llanta de mi bicicleta.
— El sentimiento es mutuo. — dice sacándole el dedo medio como insulto.
— Vámonos, ya llego la gata a defender a la tonta. — dice marchándose.
— Recuerda que las gatas saben arañar y no temer morir en una pelea. Después de todo, tiene siete vidas. — dice alardeando.
Todas se marchan y yo suspiro aliviada al ver como todo termina y no fui golpeada. Pero la victoria dura poco al ser golpeada en el brazo por el puño de mi aliada. Uno que dolió más que la inyección de vitaminas que mi padre me hizo colocar.
— Oye, ¿vas a defenderme de golpeadores para golpearme? Eso no es bueno. — me quejo.
— Te defiendo de la pesada de mi prima porque eres mi aliada, pero también te golpeó por ser muy mala como compañera de travesuras. Después de todo, te llamé muchas veces para decirte que el partido se cancela y me iría, pero no me contestaste.
>> Volví a llamarte para saber si podrías venir a la cancha cuando me informaron que el partido que se iba a realizar. Pero nuevamente tu buzón me recibió y ni siquiera los mensajes que te envié fueron leídos. Eso quiere decir que no tuviste tiempo para prestarme atención y que yo al no saber dónde estabas, me preocupe por no tener fotos que exclusivos del partido de nuestro ídolo.
— Lo siento, me entretuve en la biblioteca.
— Me lo imaginé e imploré que llegaras a tiempo. Ya que, tuve que atender una urgencia en mi familia y no podía volver aquí para ver el partido. Pero a juzgar por lo que dijo Sabrina, no sólo Viste el partido, sino que fuiste tan privilegiada al estar en sus brazos.
— No me lo recuerdes. — digo bajándome de la bicicleta y caminando a su lado con Yesisca.
— ¿Tan terrible fue?
— Sabes que él es perfecto. Tanto que me entretuve en todo el partido viéndolo y se me olvidó tomar fotos — murmuro y de inmediato, Yessica impide mi andar.
— ¿Qué se te olvidó qué? — pregunta molesta.
— Lo siento. Pensé que era un sueño y se me olvidó tomar evidencia de este. — murmuro avergonzada.
— ¡Ross¡, ¡¿Cómo pudiste olvidarlo?! — pregunta molesta.
— Lo siento, pero no me culpes. He tenido suficiente al desmayarme cuando me habló. — murmuro avergonzada.
— ¿Te habló? ¿Qué te dijo? — pregunta emocionada.
— No lo sé. Mi corazón se detuvo al escucharlo y mi estúpidamente no recuerda que fue lo que dijo. Solo recuerdo ver todo negro.
— ¿O sea que no recuerdas ser cargada en sus brazos?
— Estaba inconsciente. Claramente, no lo recuerdo — me quejo.
Yessica suspira profundo y yo también. Nuevamente retomamos nuestro camino y avanzamos por la soledad de las calles.
— Que mala y buena suerte. Fuiste tan privilegiada de estar en sus brazos, pero no recuerdas ello. — se queja Yessica.
— Por primera vez en mi vida, maldigo tener esa extraña condición. Si no me desmayada ante emociones fuertes, habría hablado con él. — me quejo.
— ¿Y qué le ibas a decir? Y-o… t-tú… mi… solo lograría tartamudear como bebé y babearías como uno. — se burla d la Yessica y yo me sonrojo.
— Sería lindo… — susurra alguien y ambas nos detenemos.
Nerviosa, miro a mi alrededor y no logro ver quien hablo. Mi corazón se acelera al reconocer su voz y mi temor aumenta al haberme vuelto loca.
— ¿Lo escuchaste? ¿Escuchaste que hablaron? — pregunto temerosa de haberlo soñado.
— Sí, pero no veo a alguien aquí además de nosotras.
— Escuche su voz. La voz de Serkan — murmuro.
— No, es imposible. Yo fui a averiguar si su auto estaba y no lo encontré. Ya debe estar en su casa. Más bien, vámonos rápido. Quizás es algún pervertido y debemos buscar una calle más transitada. — dice Yessica
— Pero tendríamos que tomar el camino más largo. — me quejo.
— Es el más largo pero el más seguro. Así que, apúrate. Prefiero llegar tarde a nunca llegar. — dice tomándome del brazo y caminando lejos de donde escuchamos la voz.
El tiempo pasa mientras Yessica me cuenta sobre su prima y su familia. Al parecer, en su familia todos son psicólogos o psiquiatras. Por lo que, ella y su prima, son las únicas que están estudiando fuera de esa rama profesional. Lo cual, es un poco desafiante. Ya que, al vivir tanto con los psicólogos, ya sabía tanto de la profesión que podría salir con honores graduada si estudiará eso.
— Es tan frustrante tener una familia llena de psicólogos, siempre están al tanto de tu conducta. Quieren que crezcas mucho y superes cualquier problema satisfactoriamente que te resulta frustrante incluso el frustrarse. — se queja.
— Por lo menos, están al pendiente de ti. Mi madre la veo escasamente dos o tres veces al año y mi padre dura a veces meses sin ir a casa. Pocas son las veces que tengo una cena familiar y menos se encuentran presentes en mi vida. Vivo sola y sin restricciones, unas que a veces hacen falta.
— ¿En qué hacen falta?
— En las restricciones se ve el amor. — murmuro.
— ¿Qué dices?
— Cuando tus padres te ponen límites o condiciones, te están protegiendo de algo o alguien. Protegerte es una forma de amar y esa forma no la veo en mis padres. Tampoco podría decía que me han abandonado a mi suerte, porque me dan todo lo que necesito. Pero, falta la compañía y sus consejos o prohibiciones.
— Vaya, nunca escuché a alguien deseando ser limitado y ver eso como una forma de amar. — murmura Yessica.
— Cuando lo tienes, lo ves molesto. Pero cuando te falta, notas que es importante tenerlo. Muchas veces decido temerosa de equivocarme y no puedo pedir la opinión de mis padres porque están ocupados trabajando. Por lo que, equivocándome en todo, he aprendido a ser independiente, pero aún, añoro un poco de lo que tienes.
— Te regalo mis padres. Una semana con ellos y pensaras distinto. — comenta Yessica y yo sonrió.
— Cuando salgas de su casa y vivas sola, no pensaras igual. Cuando estás sola sin la ayuda de alguien, todo es más fácil y difícil a la vez. Tus padres te están enseñando a afrontar todo y es frustrante. Pero te están preparando para el mundo, en cambio, yo me preparo sola y eso, angustia.
— ¿Te angustia más eso o desmayarte frente a Serkan?
Me ruborizo ante su pregunta y cubro mi rostro deteniendo mi andar.
— ¿Cómo podré verlo a los ojos?
— Hallarás la manera. Es eso o no volver a expiarlo mientras estudia o entrena — comenta sonriente y yo niego.
— Tienes razón, no verlo sería peor.
Llegamos a nuestro punto de despedida y me toca terminar de llegar a casa sola. Sin embargo, no me siento así. Quizás, algún ángel me acompaña al saber cuán sola estoy.