Capítulo 15 La Mentira
Leonardo Escobar habló con un tono indiferente.
«Ese auto pertenecía a la familia Torres sin ninguna duda. Los números de sus placas siempre han terminado con las letras "888"»
Susana se quedó boquiabierta por la llegada de Leonardo Escobar a su empresa, pero se sorprendió aún más por su preocupación, sin embargo, las palabras de Fernando Torres sonaron al mismo tiempo en sus oídos.
«Susana Reyes, solo eres una mujer que ha fracasado miserablemente en la vida. No me extraña que Leonardo Escobar no te quiera».
Susana suprimió el dolor desgarrador en su pecho y puso una débil sonrisa, miró a Leonardo Escobar y habló con indiferencia:
—No creo que mi destino sea algo que te importe.
Luego esquivó a Leonardo Escobar para entrar en la empresa sin esperar su respuesta y éste se quedó asombrado por el repentino cambio de actitud de la mujer.
Recuperó el sentido común al cabo de un rato y se dio la vuelta para agarrar el brazo de Susana, pero la presión que ejerció sobre su brazo fue muy dolorosa para ella.
—¿Estuviste con el Señor Torres anoche?
Susana frunció el ceño por el dolor, jaló su mano para librarse de él y le contestó sin dudar:
—¡Sí!
—¿Te acostaste con él? —Leonardo Escobar apretó la barbilla de Susana con la mano, la miró fríamente y habló con los dientes apretados—. Susana Reyes, dime la verdad. ¿Te acostaste con él?
Leonardo Escobar miraba a Susana como si quisiera devorarla entera y ésta se vio obligada a levantar la cabeza mientras él ejercía fuerza sobre su barbilla. Su dedo aplastó la piel hinchada de su mejilla y la vena de su frente palpitó debido al dolor mientras su corazón se agitaba agónicamente ante sus hirientes palabras:
—Sí. ¡Me acosté con él! —Susana apretó los dientes y le respondió. Se tragó las ganas de llorar mientras las lágrimas se agolpaban en sus ojos y la mujer continuó—. Leonardo Escobar, ¿estás satisfecho con esta respuesta...
«Solo le estoy diciendo la verdad. ¡Es cierto, no eres la única persona que ha traicionado este matrimonio, Leonardo Escobar! ¡También me acosté con otro hombre hace medio mes!»
Las pupilas de Leonardo Escobar se dilataron mientras sus ojos se oscurecían de rabia. Susana se sintió ansiosa ante esa aterradora visión.
—Susana Reyes, no me extraña que hoy te comportes de forma tan arrogante. ¡Ahora veo que es porque te has encontrado una figura confiable al enredarte con un hombre poderoso como el Joven Torres!
La mano de Leonardo Escobar que apretaba la barbilla de Susana se movió hacia abajo lentamente mientras le agarraba el cuello con fuerza:
—¡Suéltame, Leonardo! ¡Me haces daño! —Ella tosió y luchó con fuerza contra su robusta mano, y su bello rostro tenía una expresión retorcida mientras soportaba el tormento. Las lágrimas caían de la esquina de sus ojos sin control.
Leonardo Escobar mordió repentinamente sus pálidos labios sin previo aviso:
—Susana Reyes, ¿te sentías tan excitada que tuviste que acostarte con otro hombre para saciar tu lujuria porque nunca te he tocado? —Leonardo Escobar besó violentamente los labios de Susana sin contenerse.
Las lágrimas seguían brotando de la mejilla de Susana debido a la agonía:
—¡Eso duele! Leonardo Escobar, ¡suéltame, bastardo! —Susana no sintió ni una pizca de calor de su beso, solo pudo sentir su sed de sangre—. ¡Leonardo Escobar, quién eres tú para criticarme! Suéltame...
Susana continuó luchando con fuerza, pero esto solo hizo que Leonardo Escobar se saliera con la suya aún más mientras ella intentaba resistirse a su enfoque dominante.
Leonardo Escobar pasó su lengua locamente dentro de la boca de Susana después de abrir su mandíbula apretada, estaba desbordando sus sentidos con su presencia...
«Clic...», las luces de las cámaras cegaron su visión de repente. Los dos se sobresaltaron y él empujó rápidamente a Susana sin ninguna duda o emoción prolongada.
Susana pudo ver claramente el nerviosismo en la cara de Leonardo Escobar y sintió que la decepción la inundaba: «¿Es tan reluctante a que los demás nos vean actuando como pareja? ¿O le preocupa que la mujer nos vea juntos?».
—Señorita Reyes, ¿cuándo empezaron a salir usted y el Señor Escobar?
—Señorita Reyes, ¿puedo preguntarle?..
—Lo siento, discúlpeme…
Susana no esperaba estar rodeada por un gran número de periodistas a primera hora de la mañana. Cuando finalmente se deshizo de los reporteros, Susana se dio cuenta de que su esposo ya la había abandonado y había desaparecido sin dejar rastro.
La muchacha no pudo evitar acariciar con los dedos sus labios irritados, podía saborear el persistente aroma de Leonardo Escobar y sentimientos inexplicables surgieron en su corazón.
Ella había anhelado el día en que él la besara, pero en ese momento se dio cuenta de que el beso con él no era tan maravilloso y romántico como había imaginado. Nydia del Castillo se dirigió hacia ella con el rostro ensombrecido en cuanto ésta entró en el despacho:
—¡Ese Leonardo Escobar es realmente un bastardo!
Las palabras de Nydia del Castillo dejaron atónita a Susana y sintió que su corazón se estremecía:
—¿Qué ocurre? ¿Pasó algo? Yo... Me tropecé con él hace un rato en la entrada de la empresa.
—¿Sabes por qué vino aquí?
—¿Eh? —Susana miró confusamente a Nydia del Castillo.
—¡Vino a firmar un contrato con tu hermana! —dijo Nydia del Castillo con rabia mientras hablaba—. Me había estado preguntando por la razón de la insistencia del Grupo Escobar a reanudar el contrato con nosotros. ¡Ahora sé que es porque habían planeado reemplazar a su embajadora de marca desde hace tiempo! Ese bastardo...