Cuando el Señor Tian terminó de mirar las fotos, las lágrimas le corrían por el rostro. Sus piernas cedieron y cayó al suelo de rodillas, sobre los fragmentos de cristal. Desde donde estaba, Tian Xu pudo oír el cristal rompiéndose bajo su peso. Una roja mancha de sangre se formó bajo sus rodillas y en su pantalón gris claro.
En ese momento, se oyeron los apurados pasos de alguien que bajaba las escaleras. La Señora Tian corrió a ayudar al Señor Tian a levantarse.
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