Mingming tragó saliva y lo miró con el ceño fruncido debido a la sorpresa que le había causado esa petición. Aun así, tomó la botella de vino que tenía su jefe.
—Hola, señoritas. Tengan, tomen un poco de vino. Diviértanse mientras están aquí. —El vino que su jefe tenía en las manos era el más caro del lugar. Cada botella costaba más de cien mil y su jefe siempre se lo llevaba consigo cuando terminaban de trabajar. Incluso cuando ellos estaban trabajando, él la guardaba detrás del mostrador y solo la sacaba cuando había algún cliente VIP. Si ella lograba vender este vino, el jefe le daba una comisión la mayoría de las veces. Así que, a pesar de que había venido solo a recoger su último cheque de sueldo, no le importó ganar un poco de dinero extra. Por ello, les llenó las copas a todos hasta el borde.
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