Ning Jian asustó a Hu Tu con su tono impaciente. Se dio cuenta de que no estaba dispuesto a mirarla.
—Nada. —Abatida, hizo una mueca con la boca mientras negaba con la cabeza. Temía su ira. Se dio la vuelta para irse a su habitación, pero en cuanto dio dos pasos su estómago rugió y se oyó muy claro en aquel silencio, lo que la hizo bajar aún más la cabeza.
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