En cuanto cerraron las puertas del auto, Hu Tu suspiró profundo, pero no era porque se había escapado de Chen Yang. Más bien ella suspiraba por la sensación que le habían producido aquellas enormes manos en su cintura un rato antes.
El auto comenzó a moverse y, cuando ya se habían alejado de la escuela, Ning Jian le preguntó:
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