Wen Xicong se puso tensa y su corazón latía de manera frenética, pero continuó comiendo en silencio. Cuando se dio cuenta de que su mano estaba temblando, le entró el pánico. Por suerte, la sirvienta la llamó desde el piso de arriba.
—Señorita Xicong, la Señorita Kiki está despierta e insiste en que usted la ayude a cambiarse de ropa.
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