El sol acababa de salir cuando Su Ya llegó, pero en ese momento empezaba a ponerse. Comprendió que la larga espera no se debía a que no le habían dado el mensaje, sino a que Xiao Wu se rehusaba a reunirse con ella.
El cielo se oscurecía mientras ella se sentaba en la jardinera junto al puesto de guardia y miraba el suelo bajo sus pies en silencio. Tanto ella como Xiao Wu eran de naturaleza obstinada, pero ella iba a exigirle una respuesta sin importar cuál fuera.
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