Esa simple oración causó nuevamente estragos en los ojos de todos y el cuarto se encontraba lleno de sollozos. Las lágrimas de la enfermera que cambiaba el medicamento de Xiao Wu cayeron en el dorso de su palma tras escuchar las palabras de Su Ya.
Acto seguido, la familia Su compró una casa cerca del hospital. Todo debido a que a la Sra. Su le preocupaba que Su Ya estuviera sola en ese lugar, por lo que decidió quedarse y hacerle compañía además de contratar a un ayudante doméstico para ayudarle a preparar varios tipos de comida para Su Ya en su día a día. Xiao Wu, por su parte no comía mucho, por lo que cada día, Su Ya le llevaba algunos platillos en el nombre de la variedad. En un abrir y cerrar de ojos ya había pasado más de medio mes.
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