Su Ya tragó con nervios. No tenía miedo de que el diablo se volviera loco con ella, pero tenía más miedo de que el diablo fingiera ser una buena persona. Había un cuchillo escondido en su sonrisa, lo que le puso la piel de gallina.
—Mmm, nunca he estado fuera de casa tanto tiempo, abuela. Déjame pensarlo.
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