Su Ya había hecho cosas que nunca antes había hecho como como servir comida y trapear por el bien de Le Jia.
Cuando dos de ellos regresaron a la casa de Le Jia, había una carriola frente a la casa. Le Jia frunció el ceño e intercambió una mirada con Su Ya. «¿Una carriola?». Cuando colocó su mano en la puerta, los lamentos de un bebé que lloraba a todo pulmón salieron del interior de la casa antes de que ella si quiera abriera la puerta. Ella, sorprendida sin duda, empujó la puerta y vio al Sr. Le acunando a un niño en sus brazos.
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