En ese entonces, Le Jia estaba indispuesta a casarse con un hombre divorciado, aunque nunca hubiera tomado la mano de un hombre, y aun amaba a Gao Hai en ese entonces. Sin embargo, ella ya se había dado por vencida con él ahora. Sin importar que Gao Hai tuviera dinero o no, él nunca se enamoraría de ella. Al pensar eso, ella miró a su padre.
—Agenda una cita con ellos, papá. Entre más pronto mejor.
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