Charlaron un rato, y Ye Lin se puso al día; las mujeres que tenía frente a ella habían acudido a la universidad y, en algunos casos, habían realizado estudios de posgrado, mientras que otras habían iniciado sus propios negocios. Una de ellas era la presidenta de una compañía pequeña. Ye Lin no pudo evitar sentir admiración; una de las cosas de las que más se arrepentía era el no haber acudido a la universidad.
—Ye Lin, Susu nos contó que tu familia se mudó después de que te graduaste. Asumo que todo salió de maravilla, pues siempre tuviste buenas notas —le dijo una mujer de aspecto algo regordete.
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