Mientras admiraba lo guapo que era, Shen Beiyi no pudo evitar rozarle la cara con sus dedos para acariciarlo. Sentía que el corazón se le salía del pecho deslizando sus finos dedos alrededor de esa boca, que la tentaba a sembrar un beso en sus atractivos labios delgados.
La mano de Ning Shaochen le rodeó con fuerza su cintura impidiéndole regresar al lugar que ocupaba en la cama y haciendo que sus cuerpos se tocaran. Shen Beiyi exclamó en voz baja:
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