Capítulo 473 La cálida y cariñosa Julia
Cuando era adolescente, siempre corría a la habitación de mi madre y sollozaba cada vez que Cristina e Isabel me molestaban sin piedad. Y siempre aprovechaba el buen humor de mi padre para preguntarle por el paradero de mi madre. A pesar de ello, a menudo montaba en cólera y me abofeteaba en la cara. Poco a poco, dejé de preguntarle.
—Ya soy un adulto, papá. Tú mismo has dicho antes que una vez que me convierta en adulto, ya no necesitaré tus cuidados y preocupaciones —Después de decir eso, respiré profundamente. Era el final del verano y el aire era cálido y húmedo. Sin embargo, me sentía helada hasta los huesos.
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