Capítulo 409 Di no al chantaje emocional
Las incesantes preguntas de los periodistas me ponían de los nervios. Mientras la multitud se agitaba, alguien me golpeó la mano y el termo que sostenía cayó al suelo, lo que derramó su contenido. El aroma de las costillas de cerdo caramelizadas flotaba en el aire. «¡No! ¡Ese es el favorito de Cristofer!».
—¿Puedes darle un respiro? —Levanté la vista y fulminé con la mirada al periodista, pero este se limpió la mano con calma, como si no fuera culpa suya que se derramara el almuerzo de Cristofer.
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