Una mujer de mediana edad y un joven se apresuraron a ayudarme. La mujer lanzó su bolsa de zanahorias a la cabeza de Bernardo y yo aproveché para pisarle los pies.
—¡Claro que lo sientes! Te lo mereces por haberme pisoteado —Le di una patada en las piernas y alguien se acercó para evitar que él me golpeara.
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