Capítulo 15 ¿Cuándo la dejaron en libertad?
—Cristian, voy a entrar…
Belia, quien iba con muletas, se quedó con una mano en el picaporte mientras mantenía la puerta abierta. Era evidente que estaba ansiosa, tan deseosa de comprobar algo que hasta había olvidado sus modales. En cuanto Cristian volvió en sí, frunció el ceño.
—¿Qué haces aquí? ¿Hoy no tienes sesión de rehabilitación?
Estaba claro que Belia había visto a Victoria, ya que se quedó desconcertada durante un segundo. Luego, volvió a mirarlo y descubrió que tenía el cuello de la camisa abierto y los labios manchados con sangre. Hasta un idiota podría darse cuenta de lo que acababa de ocurrir entre los dos; ¿qué otras pruebas necesitaba si ella no era idiota e incluso había ido preparada? Al oír eso, frunció el ceño y preguntó de forma intencional:
—¿Cuándo la dejaron en libertad, Cristian? ¿Por qué estás con ella?
—¿Qué? —resopló Cristian sin contestarle mientras se arreglaba la camisa y hacia una mueca de fastidio en respuesta—. ¿No te enteraste? Sabrina te lo dijo, ¿no? Si no, no habrías venido hasta aquí a esta hora.
—Yo... —La joven tenía los ojos enrojecidos, lo cual le daba un aspecto lastimoso—. Vine porque me enteré de que está en Club Delta. No sabía que ustedes dos... —Le costó seguir hablando, por lo que se mordió los labios mientras parecía algo nerviosa—. ¡Cristian, ella es Victoria! ¡¿Has olvidado cómo intentó matarme?!
En cuanto escuchó eso, Victoria no pudo evitar fruncir el ceño y luego se arregló la ropa antes de levantarse y salir cojeando.
—Por favor, permiso —dijo en voz baja mientras permanecía de pie detrás de los dos.
Angustiada, Belia la miró fijo en respuesta.
—¿Tanto me odias, Victoria? ¿No me hiciste suficiente daño en el pasado? ¿Por qué sigues apareciendo ante nosotros después de salir de prisión? ¿Qué quieres hacer...?
—Fui yo quien le pidió que viniera a Club Delta —interfirió Cristian con el ceño fruncido al ver que a Victoria le cambiaba el semblante.
—¿Cristian? —Belia se quedó perpleja. Tenía algunas dificultades para aceptar lo que aquel hombre acababa de decir—. ¿Por qué?
—A ti y a tu hermano les gusta cuestionar mi razonamiento cada vez que contrato a alguien. ¿Qué? ¿Se supone que los Tabares tenemos que comunicarles a ustedes dos a quien contratamos? —se burló de ella.
Mientras tanto, Victoria evaluaba a Belia ya que ese día fue la primera vez que se encontraron en dos años. Aparte de las muletas en el brazo de la joven, no se veía diferente, todavía parecía una princesa frágil. Por otro lado, Victoria era tan miserable como si estuviera en el infierno. Al oír eso, resopló con desprecio mientras miraba a la joven con los ojos vidriosos.
—¿Quién es la víctima, Belia? ¿Cuándo vas a decir por fin la verdad?
—¿Qué? —La joven palideció mientras se mordía el labio y luego argumentó de forma lastimera—: ¿Por qué sigues intentando negar lo que hiciste cuando ya hemos llegado hasta aquí? ¡¿Qué ocurrió para que quieras que muera de una forma tan despiadada?!
Victoria no podía molestarse en discutir quién era el que no se había disculpado con ella. No importaba cómo fuera la discusión, no podía cambiar el hecho de que había perdido una pierna y la habían metido tras las rejas durante dos años. ¿Quién iba a creerle?
—Han pasado dos años y no quiero discutir contigo quién tiene razón y quién no. Aún tengo trabajo que hacer, así que si me disculpas… —dijo Victoria después de arreglarse el uniforme y encogerse de hombros con indiferencia.
Luego, pasó por alto a los dos y salió de la habitación.
Mientras tanto, al ver cómo Victoria se marchaba, Cristian tenía sentimientos encontrados que se le reflejaban en la mirada. Belia observó que al hombre le cambió la expresión y eso le causó inquietud. En ese momento, rodeó su brazo con el de él y se esforzó por parecer lo más indefensa posible.
—Cristian, tienes que creerme. Después de que me enteré de que había ido a Club Delta tras salir de prisión, me preocupé. Fue solo eso, estoy aquí porque tengo miedo de que la persona que te hizo daño en el pasado haya vuelto a aparecer de repente...
El hombre frunció el ceño en respuesta.
—¿De qué tienes miedo?
Ella lo miró afligida.
—Tengo miedo de que vuelva a ponerse una máscara para engañarte a ti y a mi hermano. Si no hubiera descubierto que te mentía mientras seducía a Lucas, no se habría enojado por la humillación ni habría querido atropellarme. Sin embargo, ahora está en libertad e incluso volvió a aparecer delante de nosotros dos. En cuanto a Lucas... a él lo sedujo y quiso separarse de Sabrina por culpa de Victoria. Realmente estoy preocupada de que vuelva a pasar.
—¿Estás diciendo que Lucas quería terminar con Sabrina por culpa de Victoria? —Cristian entrecerró los ojos y su rostro se tornó sombrío.